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  • Foto del escritorIsari SC

Adiós al romance, hola al amor.


Las películas, libros y series cuya historia trata del amor entre un hombre y una mujer, siempre han tenido un público específico: las mujeres.


Desde pequeñas, escuchamos estas historias sobre como los problemas de la protagonista se terminaron cuando conoció al amor de su vida, y de cómo decidió renunciar a todo lo que tenía, para conseguir la verdadera felicidad junto a él, a pesar de los errores que cometió en el pasado.


Esto ya no se debe permitir.


La idea de que la mujer está hecha para el amor, que su mayor aspiración es encontrar con quien pasar el resto de sus días y que el día más feliz de su vida es el día en que se casa, solo nos mantiene en una posición sumisa en donde toda nuestra importancia gira alrededor de nuestra pareja sentimental, la cual, como nos dicen toda la vida, debe ser un hombre.


Durante los últimos años, se ha visto un claro intento de cambiar esta narrativa. Las princesas ya no tienen un príncipe, ahora son todas unas guerreras, listas para tomar los asuntos en sus propias manos. Las mujeres hoy tienen una carrera y ni siquiera pasa por su mente la idea de tener una relación sentimental.


Esta representación en los medios es un gran avance para mostrar que las mujeres, cuando tienen sus derechos garantizados, son capaces de ser más que una hija, una novia o una madre. Pueden ser su propia persona sin un hombre a su lado.


Sin embargo, tal parece que nos falta algo.


Es como si hubiera dos extremos. Por un lado, puedes ser la esposa ideal para un hombre, o por el otro, puedes ser una mujer que no quiere a un hombre.


¿Acaso no podemos ser nuestra propia persona con alguien a nuestro lado, si es que así lo deseamos?


Digámosle adiós al romance.


Con esto no me refiero a prohibir el enamoramiento, ni tampoco el que nunca jamás pensemos en tener un hombre en nuestra vida (esto si somos mujeres que sienten atracción a los hombres, claro está). Me refiero a construir un amor sano.


Hablo de comenzar a representar un verdadero trabajo en equipo, donde el amor no es incondicional, si no en el que cada quien respeta los límites del otro y los apoya en sus metas; donde la mujer que trabaja fuera de casa no tenga que lidiar sola con el trabajo del hogar, si no que el hombre sepa que también el trabajo doméstico es su responsabilidad; un amor donde los deseos de ambos sean respetados y haya una comunicación libre de violencia.


Mostremos un verdadero amor.


Escribamos sobre relaciones sanas, no dependientes ni abusivas. Creemos arte que nos muestre una verdadera relación de pareja. Y si no escribimos, o no somos artistas, busquemos esta representación y compartámosla, normalicémosla.


Así como hemos logrado mostrar a las mujeres siendo su propia persona sin necesidad de un hombre, mostremos a las mujeres que quieren tener un hombre a su lado en ambientes sanos, donde una relación no acaba con la autonomía de una persona.

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