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  • Foto del escritorBry Oropeza

Almas

Al marcharse no hizo más que abrazar su libertad.

Se quiso justificar, porque a la madre de su hijo no pudo callar ni se dejó manipular.

Pensó que al dejarla iba a arruinarla.

No dejaba de gritarle que por ser madre nadie en su vida podría amarla y que por su culpa, su hijo crecería sin padre.

La vida mil vueltas dio y al volver a su barrio se corría el rumor, de que su hijo creció y a otro hombre "padre" llamó.

Quién fue el que lo abrazo y en sus primeros pasos sostuvo su mano.

La gente hablaba y él solo escuchaba como su alma se fragmentaba y sus latidos se aceleraban mientras sus manos sudaban.

Un golpe duro fue, el tiempo atrás no poder volver.

Que sus días en libertad, no habían valido la pena.

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