Crecer rodeado de una familia numerosa, significa vivir en un constante remolino de voces gritando tratando de llamar la atención, pláticas entrecruzadas, peleas, secretos, juegos de mesa y también; que vas a obtener opiniones y consejos que NO estabas buscando.
Recuerdo una tarde en casa de mi abuela, específicamente en la cocina, nos encontrábamos un primo, una prima (mayor), una tía y yo sentados alrededor de la mesa. Mi primo y yo tendríamos entre 13 y 15 años, así que las primeras citas aunadas a dudas y emociones que estas situaciones acarrean, son pláticas normales. Él mencionó que quería invitar a la chica que le gustaba al cine, a mí me pareció bien, una película + snacks + no tener que platicar si se sentía nervioso, ¿Qué podía salir mal?
Sin embargo, mi tía y mi prima, se mostraron en desacuerdo y le dijeron que básicamente iba a pagar por una cita sin obtener ningún beneficio. Fue ahí en donde captaron mi atención y entonces seguí el hilo de sus ideas, su argumento era que: si la cita era en el cine y él pagaría por la entrada y los alimentos, entonces debería sacar provecho (en pocas palabras) besar o meterle mano a la muchacha.
En ese momento me quedé de piedra, no me era posible entender que 2 mujeres mayores tuvieran esa clase de pensamiento, aconsejaran a mi primo de tal manera y sobre todo, que lo dijeran frente a mí; una adolescente quien en algún momento también tendría sus primeras citas.
Mi cerebro pronto se puso a pensar si era acaso eso lo que le esperaba a una chica cuando accedía a salir con alguien, ¿Querrían que yo permitiera eso cuando tuviera citas? Yo no quería eso, ¿A otros chicos de mi edad su familia les estaría dando el mismo consejo?
Seguramente una expresión de terror o disgusto se hicieron presentes en mi rostro, pues mi tía se apresuró a decirme que yo no debería dejar que ningún chico me hiciera eso.
Con qué cara me decía aquello, si yo acababa de escuchar lo contrario, que un hombre no debería pagar una cita o dar regalos si no tendría algo a cambio, fue como si todas las relaciones afectivas se basaran en el materialismo y el poder que tenía derecho a ejercer un hombre dentro de la misma.
La situación que viví y que no ha sido la única dentro de la dinámica familiar cotidiana, es identificada como violencia simbólica, que se trata de la reproducción de ideas o creencias machistas naturalizadas, y de acuerdo al portal Vive más seguro.org estas situaciones se dan porque:
“Las mujeres no están exentas de las normas de género; las asimilan en la manera de interpretar su entorno, en la manera de relacionarse con otras mujeres y en la manera de relacionarse con ellas mismas”.
A pesar de lo mucho que me encantaría que rectificaran su actitud y nunca volvieran a mencionar estas ideas frente a jóvenes integrantes de la familia. No olvidemos que el feminismo y la deconstrucción no siempre son fáciles, toman tiempo y cada persona lo hace a su ritmo, siempre y cuando quieran hacerlo.
De esta desagradable situación me quedo con el haber sido capaz de reconocer actitudes e ideas que solían ser aceptadas, pero que nunca han sido correctas y la esperanza puesta en que nuestra generación puede hacerlo mejor.
Fuente: Pérez,Y. Las mujeres reproducen violencia de género. 05-09-2021, de Vive más seguro Sitio web: https://vivemasseguro.org/la-voz-de-los-profesionales/las-mujeres-reproducen-violencia-de-genero/
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