Hace muchos años, en el mundo antiguo, antes del internet, mucho antes de la bombilla eléctrica, cuando el hombre no necesitaba tener un solo dios y existían distintos dioses para darle explicación a lo que sucedía en el mundo, la Edad de hierro.
En un lugar al que los mundanos llamaban la Europa pagana, por ser diferentes a ellos en cuanto a sus costumbres y tradiciones, pues eran excéntricos y celebraban cada una de sus fiestas con euforia, una de sus más grandes celebraciones era al final del verano cuando la cosecha empezaba lista, el viento soplaba con fuerza, pero con suficiente gentileza para no helarles cada dedo de sus manos y sus pies, cuando los atardeceres eran siempre en tonos naranjas y rosados, pero los días eran cada vez más cortos y las hojas de los árboles caen creando una alfombra de hojas por los caminos.
Esta festividad era conocida como Samhain, celebrada por los celtas, marcando el final de la cosecha y el solsticio de otoño. Para los celtas irlandeses, el 31 de octubre era el último día del año y daba inicio el nuevo año celta. Pero no sólo significaba un nuevo inicio, sino también que durante los siguientes tres días y noches del año se abría el portal entre el mundo mortal y el mundo de los muertos, pero sólo durante esa única noche del año los muertos caminaban entre los vivos.
Para que los muertos no entraran a las casas y continuaran con su camino se debía colocar una vela en la ventana, a menos que se quisiera tener una visita escalofriante e inesperada.
En algún punto durante esta época, llena de rituales y festividades, surgió gracias a un rumor que se volvió en leyenda, la tradición de los nabos, que años más tarde se convertirían en las icónicas calabazas que podemos admirar cada año anunciando la llegada de Halloween, viene a nuestra mente no solo una calabaza si no una calabaza tallada con un escalofriante rostro y una sonrisa macabra ¿pero un nabo? ¿A quién se le ocurrió? Al parecer en Irlanda había nabos y no calabazas, todo esto empezó con un sujeto que logro atrapar al mismísimo diablo.
Durante la Era de hierro, vivió un hombre que pasaba más días de su vida ahogado en alcohol que sin una gota de este brebaje en su ser, y como era de esperar era una persona que sólo pensaba en sí misma, un egoísta y para colmo, tacaño, del que se hablaban pestes, una escoria en para su época. Pero demasiado listo y astuto como para atrapar al diablo, con quien tuvo un encuentro durante la noche del 31 de octubre, a quien logro engañar y atraparlo con ayuda de unos crucifijos que llevaba consigo. Después de una larga década, a pesar de todos sus esfuerzos el diablo no lograba escapar de su prisión, así que decidió ofrecerle un trato a este hombre, Jack O’Lantern era su nombre, el diablo le ofreció algo a lo que él no se pudo negar, ser dueño de su propia alma, así fue como Jack lo libero de su prisión pactando que su alma jamás iría al infierno.
Pero algo que Jack jamás contemplo fue que, al momento de su muerte, con una vida llena de crímenes y pecados, su alma no podría ir al cielo, pero tampoco al infierno por el trato que tenía aún vigente con el diablo, sino que quedaría varado sin rumbo fijo, sin un lugar al que ir por una toda una eternidad. El diablo le había ganado, y así fue que acercándose próximo final como alma en pena le obsequio en su lecho de muerte un carbón, de manera burlona, para que lo alumbrara en su camino por la eterna oscuridad. Jack lo coloco dentro de un nabo a manera de lámpara.
Sin embargo, años más tarde, al emigrar esta festividad a Estados Unidos, esta tradición se adaptó, ya que los nabos no eran tan comunes como en Irlanda, pero había extensos sembradíos de calabaza, a los que al igual que Jack colocaron luz dentro de ella, en lugar de un carbón del infierno una vela que alumbrara los caminos de las almas.
Ahora que conoces un poco sobre esto ¿Halloween o Samhain? ¿Nabo o calabaza? Recuerda colocar luz en tu ventana durante la noche del 31 de octubre a no ser que quieras tener espectrales visitas en tu casa.
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