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Foto del escritorFernanda Tovar

No es solo un vestido.

Es solo un vestido…


Parece increíble lo que una sola prenda puede generar en las personas, en esta ocasión hablaré de lo que marcó la diferencia en la percepción de mi propio cuerpo.


Era 2018 y tenía que escoger qué ponerme para mi ceremonia de titulación, muy a regañadientes visitamos varias tiendas hasta que encontré una prenda que me gustó y que cumplía las expectativas que tenía en ese momento: un vestido con flores holgado y un poco corto… En ese entonces mi peso y mi cuerpo eran diferentes a lo que son ahora, pesaba 75 kilos midiendo 1.57, lo que indicaba un evidente sobrepeso. Me empeñé en utilizar una faja y un compresor porque mi cuerpo me daba vergüenza y aunque por la soltura del vestido no se notaba nada yo seguía inspeccionando las miradas de quienes estaban presentes ese día.


Lo cierto es que mi método anticonceptivo tuvo estragos negativos para mí, al parecer el implante subdérmico que había utilizado por un año y medio y el síndrome de ovario poliquístico (que me diagnosticarían dos años después), provocaron el aumento de peso y otros síntomas que me negué a observar con detenimiento en ese momento. Me lo retiré 8 meses después. La indicación de cada uno de los especialistas que me trataron fue que debía bajar de peso porque era peligroso seguir así. Los siguientes meses comencé a hacer ejercicio sin ningún beneficio aparente hasta el momento de un quiebre emocional en el que dejé de comer, de disfrutar, de vivir… En todos esos meses no bajé ni un solo gramo, me vi sumida en una depresión que me impedía observarme y darme cuenta de muchas cosas. Posterior a eso comencé el tratamiento por SOP lo que mágicamente sin esfuerzo físico o dieta me hizo bajar más de 20 kilos en meses, me gustaría aclarar que el problema nunca fue el peso, que si bien no me gustaba que la gente me viera o hablara conmigo respecto al tema para mi no significaba nada malo.


El cambio corporal ha sido uno más de los procesos que estoy enfrentando, porque lo que estaba ya no está, porque verme y sentirme diferente es como observarme desde afuera cuando quien está adentro sigo siendo yo.


Me volví a medir el vestido y lloré… Lloré muchísimo porque esa sola prenda me recordó todo lo que había pasado, me recordó cada una de las cosas que hice en mi momento más bajo para lastimarme y hacerme sentir peor de lo que ya me sentía, me recordó por todo lo que he pasado.


La forma en la que me quedaba antes no concuerda para nada con la actual y eso se debe a que yo tampoco soy la misma, así como me recordó cosas negativas también pude visualizar todo lo positivo que ha sido este camino para mí, no voy a decir que ya terminé y salí triunfante, sin embargo poco o casi nada queda de esa persona chiquita que tocó fondo hace años.


Para mí no era solo un vestido, en ese momento al tenerlo puesto caí en cuenta de que, si bien han pasado cosas malas también cosas buenas, pero haberme enfocado en solo ver lo negativo nubló mi vista. Esa prenda representaba años de crecimiento personal, una lucha conmigo misma y que me ha costado lágrimas, dolor y cansancio, pero también risas, satisfacción y mucho agradecimiento por no dejarme vencer a pesar de que mi contrincante soy yo.

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