Dentro de la complejidad humana sigue existiendo mucho por descubrir, los procesos emocionales y psicológicos son algunos de ellos, pero en esta ocasión hablaré solamente de uno: el duelo.
Si bien todos hemos perdido algo o alguien, la forma de procesar el dolor es completamente personal y única (sí, ya sé que suena a cliché), sin embargo es completamente cierto. Muchas personas (no profesionales de la salud) nos siguen vendiendo la idea de que ese proceso es sencillo, que sus facetas no deberían repetirse, que las sensaciones físicas y emocionales las viviremos una vez y luego serán historia, algunos hasta se atreven a asegurar que todo es producto de nuestra imaginación.
La realidad para muchos de nosotros es completamente diferente y ajena totalmente a lo que la literatura dicta; hemos pasado por las fases del proceso una y otra vez, nos hemos visto ajenos al dolor, la incertidumbre o el vacío durante semanas o meses y volviendo a él en un abrir y cerrar de ojos… Desde mi experiencia personal, es un espiral que comenzó muy pequeño y ha ido creciendo a medida que mis cuestionamientos lo hacen, porque quiero ver el proceso como algo que se puede razonar, como algo que tiene que darme las respuestas a las preguntas que no sé hacer, como si en algún momento mi obscuridad decidiera por sí misma darme lo que estoy pidiendo y como si yo estuviera sentada, dispuesta a esperar el tiempo necesario con tal de encontrar una solución aceptable para lo que estoy sintiendo. Pero eso no sucederá nunca, lo sé y sé también que no existirán respuestas, pero si muchísimas más preguntas…
Supongo que este interrogatorio interno es parte de todo lo que debe pasarnos, que eso nos hace crecer de alguna manera y que dentro de esas mismas preguntas está implícita la respuesta sin embargo muchas veces no estamos dispuestos a escucharnos a nosotros mismos porque es nuestra opinión la que menos valoramos en ese momento.
Aceptar y vivir cada una de las partes del proceso es un desgaste físico y emocional muy complejo, muy impersonal porque pareciera que la persona que vive todo eso no eres tú, que es alguien igual que tú, pero roto, vacío, triste y derrotado, que al parecer está en un estado de pausa pero que no sabe cómo desactivarlo.
Y sinceramente me gustaría tener la fórmula mágica “Superar el duelo en 3 sencillos pasos”, pero mi humanidad no alcanza para tanto y de tenerla sería la primera persona en haberla tomado.