Revolvió y revolvió. La probó y se enojó.
La mezcla debía ser más dulce, eso tenía entendido. ¿Acaso los pasos del postre, mal había seguido? La receta de nuevo tomó, una explicación buscó.
No había cometido ningún error. ¿Entonces así sería el sabor? Eso realmente lo disgustó, pues quería lo mejor para su amor.
Quería que le encantará, pensó él, quería que fuera tan dulce como su amada. Ella amaba los chocolates y el caramelo, ¿cómo iba a darle un postre sin nada como ello?
Decidido, cambió la receta y trabajó deprisa. Pasaron las horas, y el olor a chocolate llenaba la cocina.
Encantado, dio una mordida y ¡sorpresa!, no pudo aguantarlo y necesito una bebida.
¡Lo había arruinado! Había fracasado. El postre era empalagoso y demasiado cremoso.
La entrada se abrió y se corazón se detuvo. Reconoció los pasos y la respiración contuvo.
Ella olfateó al aire, confundida. Lo vio frente al postre y sonrió conmovida.
Él se disculpó, le contó de su fiasco y ella rio, agradeciendo el regalo.
Ella el postre probó y su nariz arrugó. Aun así, a él se acercó y su mejilla besó.
Pasaron la noche entre risas y abrazos, intentando cocinar algo para ambos. Del mismo modo, el primer postre disfrutaron, concentrados en el cariño de quien lo había preparado.
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