“¿Cómo decir este deseo de alma? Un deseo divino me devora; pretendo hablar, pero se rompe y llora esto que llevo adentro y no se calma" “Tus manos, heridas de intrincados caminos, son la historia de una raza de amadores”
Alfonsina Storni
Te mimetizas con gran notoriedad, mentiría si dijera que no estoy preocupada por ti, en realidad es todo lo contrario, a veces me desvelo pensando en cómo vives la vida ahora, veo tus estados de WhatsApp y pienso que ésta que se muestra en redes sociales no eres tú. Me cuestiono desde cuando eres así, digo no saberlo, pero claro está, lo sé desde el primer momento, me lamento de mi falta de protección hacia ti; un eco que me remuerde la conciencia, anécdota que quiebra y optas por silenciar…
De vez en vez subo escritos contando anécdotas con personas muy cercanas como tú, pero te molestas y solo me reclamas con un: “tú no me quieres, te importan más tus otros amigos y amigas, que yo”; me quedo callada, pero me disculpo por milésima vez y como siempre has desaparecido al igual que mis pocos amores sin corresponder.
Mensaje en horas laborales, al ver la imagen sé que eres tú… leo a prisas y me cuentas situaciones malas, un sinfín de desilusiones con tu nuevo novio, otra vez estás triste y no sabes qué hacer, la molestia al leer se apodera de mí, termino dándote palabras directas con soluciones viables, respondes “Gracias, sabía que me entenderías. Ten por seguro que eso haré”. Veo que hay un renglón extra preguntándome: “¿Cómo estás tú?”, guardo los dolores internos que siento en mi interior, digo una mentira más esperando que no se cruce y me centró en ti, deseando nuevos planes de vida solo para ti.
Historias en diversas redes sociales, estás tú con él. Tan sonrientes, felices, con ojos de amor que encantan a cualquiera y una canción cuya letra cuenta toda su historia hasta la fecha, observo pasmada y por mi mente se escuchan los mensajes que escribiste cuando sentías dolor, mi cabeza subraya como si fuese un libro; las palabras negativas sobre él que aparecen en el texto, para al final recordar todo el sufrimiento causado y odiarle por todas sus malas acciones destinadas hacia ti.
El odio hacia tus ex parejas se acumula en mí, pero a ti no te importa; siempre regresas a ellos y en tu corazón se mantiene la esperanza de un cambio notorio y transformador en el nuevo novio. Llamada a medio día, contesto y escucho tu voz quebrarse ante el excesivo llanto que se apodera del aire que utilizas para respirar, corazón quebrado, a juntar los restos más visibles y los perdidos; me dices que soy tu amiga más valiosa y que si podemos vernos en persona para conversar, tienes mi respuesta; así se acuerda el día.
Estoy en ese bar a una hora prudente, hubiera preferido un lugar tranquilo, pero querías tomar un poco y dejar fluir la conversación, ha pasado mucho tiempo desde la hora de reunión, suena el celular es un mensaje diciendo: “lo siento, no puedo ir”... Así termino conviviendo con mis propias voces mientras bebemos tequila y comemos algo para acabar con nuestra hambre común, y la extraña luego ha de ser alimentada.
Escuche por ahí, que encontraste alguien nuevo, el asombro es admirado por mi cara y digo: “¿En serio?”, días después de conocer la noticia, mandas un mensaje contándome, comienzas con las palabras: “He conocido”, sin omitir ni un solo detalle. Yo extravié el interés de hablar de esto, me siento mal conmigo misma, la vida me absorbe; notas mi voz distinta al teléfono y esta vez, después de mucho tiempo, nos alternamos en contar nuestras vivencias, problemas y recuerdos, quizá si hay salvación para nuestra amistad, tener en frente una nueva reciprocidad y reforzarla.
Ya no hemos conversado, me siento culpable; pero me es difícil mantener una vida social con tantos planes postergados. Una historia tuya: un video en una fiesta, puedo apreciar una mimetización con tu pareja, igual a como en todas tus relaciones anteriores, incluso te vistes como él te lo pide. Al ver esto me siento preocupada, pisadas en el cuerpo, siento el dolor que no dices, dejo de lado todo y te llamo, pero parece que no responderás, las emociones se apoderan de mí y canto para superar o en su defecto soportar el dolor al verte vivir de esta forma insensible.
Un mal sueño que me hace correr en pijama a altas horas por las calles, cinco colonias arriba para llegar a una puerta específica, ruidos que inundan el interior, escucho tus pasos, abres con cara somnolienta y cuando me ves después de una larga ausencia el shock se apodera de tus pupilas… Silencio… mi mano se adentra a los bolsillos de mi pantalón del pijama… Te entrego en la mano un objeto olvidado, te doy un abrazo para calmarte ante el temor por la experiencia actual y regreso a casa entre las luces iluminando las calles de cada sitio que recorrí.
Estás frente al lavadero de tu casa, dentro de una jarra con hielo, hay un regalo: tu corazón restaurado con oro, palabras con mensajes lindos escritas en cada cicatriz, la muestra de la amistad se encuentra ahí. Capturas en la pantalla del celular a tu corazón; éste sigue latiendo y dudas entre regresarle a su lugar de nacimiento original, tu pecho; o dejarle ir y dárselo a alguien nuevo que podría ser el “correcto” para formar el sueño de matrimonio y familia propia; detienes la grabación y le dices: “mañana será otro día para pensarlo bien”…
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