Estaba harta, estaba harta, todos los días era lo mismo. Estaba harta, estaba harta, de las excusas sin sentido.
Lo repetía miles de veces, en vano y con creces.
Mas no importaba lo que decía, pues de nuevo la heriría.
Ya era hora de irse, a donde fuera escuchada. Había que despedirse, de dónde era ignorada.
¿Perdón?, ¿de nuevo lo pedía? Era tarde, no era la misma. Su paciencia se fue ese día, ya promesas no escucharía.
Partió sin mirar atrás, al lugar que llegó a amar. Mas el amor no era suficiente, con alguien tan indiferente.
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