¿Alguna vez te has puesto a pensar en las condiciones ecológicas en las cuales se encuentra el planeta?
Hacer una revisión de esto ha formado parte importante del movimiento ecofeminista.
El ecofeminismo es una corriente de pensamiento filosófico y ecologista que, a la par, busca reivindicar el activismo social y no limitarse a generar dilemas teóricos que se queden dentro de la academia. Así, su intención es mantener una visión de igualdad entre el feminismo y la ecología.
Su mayor razón de ser radica en posicionar un pensamiento crítico frente al modelo global presente tanto a nivel económico como político y cultural. En otras palabras, hacerle frente a un sistema capitalista, patriarcal, biocida y colonial. Dicho sistema sustenta un buen nivel de vida de unos pocos a costa de la gran mayoría de la población, este último sector poblacional responde a sus necesidades diarias y no le interesa en qué punto de desgaste se encuentra la naturaleza.
El ecofeminismo reconoce que las bases materiales de la vida se sostienen en dos principales factores:
Naturaleza
Interdependencia social
El modelo global en el que vivimos se sostiene principalmente del mito del sacrificio y del crecimiento económico, es decir, sin importar cuáles sean las medidas que se tomen, mientras estas generen crecimiento es bueno aplicarlas, ya que ese es el fin primordial dentro del sistema. La realidad es que esto se traduce en una desigualdad entre clases, trayendo consigo la exclusión de millones de personas que sufren desempleo, trabajos precarios y desigualdades de género.
Dentro del capitalismo se han fijado límites arbitrarios con la naturaleza, se creó un excepcionalísimo humano desde cuya perspectiva somos el centro del universo y la medida de todas las cosas, y por tal razón podemos explotar y llevar al borde de la destrucción nuestro entorno. Solamente, tiene valor aquello que puede ser expresado con dinero. Toda la producción que se hace ya no parte de las necesidades humanas, sino del precepto de generación monetaria.
Considerando lo anterior, llegamos al concepto de la interdependencia, la cual consiste en entender que ningún ser humano puede desarrollarse por sí mismo, en algún punto de nuestra vida necesitamos de otro para poder crecer. Es en ese sentido cuando, mayoritariamente, a las mujeres se les delega el rol de "cuidadoras". La división sexual del trabajo no permite a las mujeres participar en el mercado, las limita a dedicarse a labores domésticas no remuneradas.
El papel del ecofeminismo apela a un sistema que pueda gestionar políticas públicas que garanticen una buena calidad de vida, utilizando menos materiales, generando menos residuos, consumiendo menos energía, etc. De igual modo, lucha por cambiar la noción de los trabajos remunerados y no remunerados y tratar de hacerlos más igualitarios.
Es necesario reorganizar los conceptos que tenemos socialmente sobre tener una vida buena, qué es la riqueza o qué es el progreso, porque la noción que se tiene de ellos solamente le es funcional al mismo sistema. Ese esfuerzo requiere hacer los ajustes precisos para llegar a ser una sociedad más justa y compatible con los límites de la naturaleza.
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